Por favor, déjala ir.

—Aquí —dijo la oficial Jena con una sonrisa mientras le entregaba el pendrive a Arwen.

Arwen lo aceptó y le devolvió la sonrisa.

—Gracias. —Lo guardó en su bolso antes de revisar la hora en su reloj—. Si no hay nada más, me marcho.

La oficial asintió en señal de reconocimiento.

A su señal, Arwen hizo un gesto para que Mia la siguiera.

Cuando llegaron a la puerta de salida del despacho, sus pasos se detuvieron al aparecer una figura alta, bloqueando su camino.

No era otro que Ryan Foster.

Arwen le dirigió una mirada fugaz, pero no había rastro de emoción en su rostro.

Era como si estuviera mirando a un extraño cualquiera, alguien que simplemente había cruzado su camino.

Mia, por otro lado, parecía visiblemente molesta. Tal vez no conocía toda la historia entre Arwen y Ryan, pero había visto las imágenes de él abandonando a Arwen en una situación desesperada.

Y eso era suficiente para que ella decidiera: este hombre no merecía ni su cortesía ni su respeto.