El momento en que Catrin oyó a Idris, su expresión se tornó un tono más pálido.
Sin embargo, rápidamente se recuperó y adoptó un semblante agraviado, mirándolo como si él le hubiera hecho algún mal.
—Idris, ¿cómo puedes acusarme de algo tan despreciable? ¿Eso es lo que soy para ti? —exigió con un tono que decía que su acusación le había atravesado el corazón de la manera más brutal—. Arwen no es solo tu hija. También es mía. Yo fui quien la llevó en mi vientre durante nueve meses, sacrificando mi comodidad. ¿Cómo puedes siquiera decir que yo, su madre, estoy tratando de ir en su contra?
Anteriormente, siempre que Catrin recurría a estas trampas de culpa, siempre funcionaban con Idris.
Pero esta vez, él rió con sequedad, como si presenciara algo que ya esperaba.
—Idris...