El mismo día, entrada la noche,
Arwen estaba sentada en su habitación, su mirada fija en la pantalla del portátil mientras veía el video de aquella noche una vez más.
Le había pedido al Oficial Davis que le compartiera una copia, y él lo hizo, sin preguntar mucho.
Y aunque hubiera preguntado, no había nada que ella pudiera explicar.
Ella misma no sabía por qué quería una copia de las grabaciones de vigilancia cuando la noche ya era un trauma irremediable para ella. Nunca quiso volver a presenciarlo, pero ahí estaba, viendo la evidencia de esa noche como si el misterio de su vida residiera en ella.
Tal vez era porque había algo íntimo que podía ver desarrollándose esa noche.
Una intimidad que o no podía explicar, o no podía entender, pero definitivamente no podía ignorar.
Mientras pensaba en todo eso, de repente vio aparecer a Aiden en la escena, envuelto en la oscuridad pero brillando como un caballero con su armadura reluciente.