Cómprame una bestia tan hermosa como él.

La mirada de Arwen ardía con preguntas.

Quería respuestas a muchas preguntas, pero también sabía que no las conseguiría todas.

No tan pronto, al menos.

Cuando Aiden no habló, incluso después de una larga pausa, se dio cuenta de que no obtendría ninguna respuesta nuevamente.

Dispuesta a rendirse, estaba a punto de alejarse cuando sintió su brazo apretarse alrededor de su figura, manteniéndola fija en su cara, cerca de él.

Antes de que pudiera quejarse o decir algo, sus dedos se deslizaron suavemente por su cabello, inclinando su cabeza para mirarlo, de nuevo a sus ojos.

—La mejor manera de ver la verdad es mirar a los ojos de alguien —dijo él, su voz teñida de una emoción que Arwen no podía identificar del todo.

Se sentía profundamente íntimo, pero extrañamente extraño. Una mezcla de pasión y culpa.

—Mira mis ojos y ve lo que realmente es la verdad.

Tiró suavemente de su cabello, guiando su atención mientras continuaba.