Aunque ya eran al menos las ocho de la mañana, todavía había un puñado de clientes borrachos rondando el club.
Jael se deshizo de ellos con un chasquido de dedos, hombres fornidos que avanzaban para arrastrarlos fuera de la propiedad.
Caspian observaba la escena con ojos curiosos, siendo guiado por Jael hacia el interior del edificio mientras aún miraba.
El club estaba siendo limpiado para el día mientras caminaban por él, los camareros reponiendo existencias.
—Pregunté a los hombres para que prepararan un espacio para ti en la oficina —habló Jael, empezando a preocuparse por lo que encontraría.
Jael empujó la puerta mientras hablaba, quedándose atónito ante los cambios que se habían hecho.
Había esperado que solo trajeran un sofá de una de las salas privadas, y que Caspian pudiera ver programas en una laptop.
No esperaba que se convirtieran en decoradores de interiores. Había alfombras, estanterías, e incluso una televisión y un biombo.