Caspian entró en pánico por un momento, no había pensado en hacer una reserva. Ni siquiera sabía que necesitaban hacer una.
Había pensado que era un restaurante acogedor y orientado a la familia, no este punto caliente y concurrido.
El anfitrión se paralizó físicamente cuando sus ojos se encontraron con los de Asher, casi perdiendo el agarre del portapapeles que sostenía.
—Q-Q-Quiero decir... ¡Me disculpo señor! —Se recuperó rápido, con los ojos moviéndose de un lado a otro como esperando que alguien se acercara a rescatarlo—. Les llevaré a una mesa de inmediato, por favor síganme.
Caspian soltó un suspiro de alivio, supuso que había muchas ventajas de ser dueño de un restaurante.
A pesar de la multitud, el anfitrión les encontró una mesa vacía en una parte relativamente tranquila del restaurante.
—¿Les gustaría algo de beber? —preguntó el anfitrión nerviosamente, ansioso de ayudar aunque no era realmente su trabajo.