El Omega estaba en una bata blanca inmaculada, con un resplandor saludable en su rostro.
—Jael, Asher me dijo que vendrías —dijo Caspian con una sonrisa inofensiva.
Jael estaba atónito, Asher no había exagerado cuando dijo que Caspian estaba mucho mejor que él, era como si el Omega le hubiera succionado la vitalidad.
—Sí, te traje tu cena —se aclaró la garganta.
Caspian se echó atrás para que él pudiera empujarla adentro, en cuanto estuvo más allá de la puerta, Jael dio un paso apresurado hacia atrás. No quería estar en medio de su tiempo privado, y no quería ver caer la cara de Caspian cuando el Omega le preguntara por Lake.
Así que salió disparado por la puerta y se apresuró por el pasillo sin decir nada más.
Doctor Pérez había dicho la verdad, Caspian ya estaba completamente recuperado. El pesado y empalagoso aroma dulce que acompañaba su celo también se había reducido.