+Capítulo 444+

—Ángelo... —Era una voz suave llena de calidez y sol, lo llamaba, tirando de los bordes de su conciencia.

—Ángelo... —Más fuerte ahora, más urgente, lo hizo un poco ansioso, queriendo nada más que encontrar la fuente de la voz.

—¡Ángelo! —Un grito de puro y líquido miedo, retumbaba dentro de su cabeza, dolía. Se sentía como si lo hubieran empujado a un lugar estrecho pero no recordaba haberse movido.

Ángelo se despertó con un jadeo, los ojos bien abiertos al instante. Sus pensamientos estaban confusos pero eso no le impidió mirar frenéticamente a su alrededor.

No moverse justo después de despertar era una táctica de supervivencia con la que creció, incluso si perdía sus memorias, lo primero que haría sería tratar de evaluar el peligro mientras fingía estar dormido.

No estaba en la oficina de Silvia, no estaba en uno de los muchos apartamentos alquilados en los que había pasado su vida...