Suena como una gran idea

La mañana siguiente trajo otra sorpresa bastante impredecible: la Señora Cecilia Bennett, la misma costurera que trataba a Rosalía como a una ciudadana de tercera clase, estaba frente a la dama con una cinta métrica en sus elegantes y delgadas manos.

—Disculpe, Señora Cecilia, ¿qué es todo esto? —preguntó Rosalía mientras observaba cómo los trabajadores de la Señora Bennett traían docenas de vestidos y no pudo evitar quedarse helada de la sorpresa, mientras la costurera soltaba un largo suspiro, ajustaba sus gafas rectangulares y respondía con una voz algo rígida pero cortés.

—Su Gracia, el Gran Duque Damián, solicitó mis servicios para hoy. También compró algunos vestidos para que tengas algo que ponerte mientras trabajo en los nuevos. Mi personal los ajustará según tus proporciones —dijo luego acercándose más a la joven y extendiendo la cinta frente a su pecho, examinando su cuerpo con ojos de especialista.