Nombre Solitario

Laith era un nombre solitario. Solitario, porque no tenía un apellido adjunto, indicando que la persona que lo llevaba no tenía una familia a la cual pertenecer.

En las páginas de —Fiebre Acme—, Laith surgía como una chica de veinte años, huérfana desde su nacimiento, cuya existencia se desarrollaba dentro de los confines del sórdido orfanato de la Capital. Allí, soportaba el hambre, combatía enfermedades y lidiaba con la abyecta pobreza, al igual que cualquier otro niño abandonado.

A la tierna edad de catorce años, el destino de Laith tomó un giro precario cuando fue adoptada por el Conde Kemmerson, un hombre infame por acoger a niños talentosos y excepcionales, ofreciéndoles una vida mejor que, trágicamente, seguía siendo esquiva. Para la mayoría de sus hijos adoptivos, la vida terminaba en circunstancias desconcertantes.