Tienes Que Volver

Con eso, Damián deslizó su caliente lengua sobre el lóbulo de la oreja de la chica, haciendo que ella cerrara de nuevo los ojos y temblara al esparcirse la sensación agradable y cosquilleante por su piel en un instante. Luego suavemente la tomó del mentón y giró su rostro hacia él, ofreciéndole una mirada algo borrosa y una sutil sonrisa pícara.

—Concédele el gusto a Damián... Di mi nombre. Por favor —Rosalía se encontró profundamente perpleja por un repentino cambio en su comportamiento. ¿Cuándo se había vuelto tan audaz y directo? Lo que más la sorprendió fue su recién adquirida habilidad para navegar el cuerpo de una mujer, aparentemente sin la influencia del poder de Asmodeo.