El Banquete, Parte III

—¿Por qué está él aquí? ¡Asmodeo realmente se ha pasado de la raya! ¡Hacer que los dos luchen entre sí de esta manera! —Rosalía lanzó una mirada enojada al demonio cuya única respuesta fue un despreocupado encogimiento de hombros.

Él estiró sus labios en una sonrisa de autosatisfacción y dijo:

—¿Por qué pareces tan enojada, Rosalía? ¿Realmente pensaste que dejaría ir tu alma tan fácilmente? Vamos, ni siquiera la antigua Rosalía podría ser tan ingenua.

Asmodeo agarró la barbilla de la duquesa con su mano izquierda y forzó su cara hacia la dirección de la escena que se desarrollaba, continuando:

—Ahora mira. Solo uno sobrevivirá. ¿Por quién vas a apostar?

Rosalía apretó los puños debajo de la mesa, la sangre escarlata goteó por sus rodillas y desapareció en un mero segundo como para ocultar la evidencia de su inmenso dolor.