—Contrólate. Recuerda, si mis invitados se percatan de que algo te sucede, tu hijo nunca vivirá —le advirtió con una sonrisa que irradiaba falsa cortesía.
Un nudo sofocante se formó en la garganta de la mujer mientras sus grandes ojos grises corrían frenéticamente arriba y abajo de la armadura de Damián.
—¿Qué está pasando? ¿Por qué está aquí? ¿Logró encontrarme tan rápido? Pero es imposible llegar aquí... —la mente de Rosalía se ahogaba en un mar implacable de preguntas y suposiciones.
El demonio, tal vez sintiendo su confusión, ofreció una explicación,
—Mientras te preparabas, recibí un mensaje de Amarath diciendo que había alguien que "conocía" y que quería verme aquí. Una vez supe quién era, pensé que sería más divertido involucrarlo también en la reunión. Ahora que veo tu reacción, definitivamente fue una buena idea —la sonrisa juguetona curvaba los labios del demonio, provocando un ceño enojado en Rosalía.