Distracciones del dolor...

Serafina parecía tan delicada como el vidrio, como si en cualquier momento fuera a romperse. Lili, su sirvienta, notó lo pálida que estaba Serafina e inmediatamente decidió hacer algo al respecto.

—Le diré a la cocina que prepare algo nutritivo para usted, madame —dijo Lili suavemente, intentando no preocuparla.

Después de que Lili se fuera, la habitación se sumió en una calma silenciosa. El día era pacífico, pero los ocasionales gemidos de incomodidad de Serafina rompían el silencio. Pillen, su sirvienta, trabajaba diligentemente, colocando toallas calientes en la espalda de Serafina, haciendo lo mejor posible para aliviar el dolor.

—¿Está demasiado caliente? —preguntó Pillen, luciendo preocupada.

Serafina negó con la cabeza ligeramente, —Un poco... pero está bien. En realidad se siente bien.