Era una galleta bastante simple, a pesar de necesitar un tiempo relativamente largo para prepararse. Serafina cuidaba cada paso con esmero, asegurándose de que el resultado final fuera perfecto. Y entonces, Raven insinuó muy sutilmente su oscuro yo interior en su próxima frase.
—Quiero que me des todo lo que hayas hecho tú misma.
—Oh, ¿te gustaron esas galletas? —preguntó ella, sus ojos abiertos con curiosidad inocente.
Raven tenía una expresión complicada en su rostro mientras posaba su mirada sobre su sonrisa inocente. Al ver esa expresión pura de ella, no pudo transmitir sus verdaderas intenciones. Su deseo iba más allá de simples galletas; él quería todo de ella, su atención, su afecto, todo su ser.
Ella definitivamente estaría decepcionada si supiera la verdad. La profundidad de su necesidad podría asustarla y él no podía soportar la idea de perder su sonrisa.
—...sí, me gustaron —respondió él, su voz más suave de lo usual.