La imagen de Cuervo escondiendo su rostro entre los muslos de ella estaba grabada en la mente de Serafina. Su vientre sonaba excesivamente cuando recordaba el tacto de su lengua que no dejaba de lamer sus jugos del amor desbordantes.
—Serafina, estás apretando tu agujero —observó él con un susurro ronco.
—Ah, ja... umm... ja... —ella gimió suavemente, su respiración entrecortada con cada caricia.
Ella estaba gimiendo como loca...
Es una vista maravillosa ver a una mujer como Serafina así...
Sus dedos acariciaban lentamente el área alrededor de su raja. Cada vez que sus suaves dedos la rozaban, ella movía su cintura sensiblemente, su cuerpo respondiendo a cada toque de él.
—No olvidemos que prefiero mi lengua sobre mis dedos —bromeó Cuervo, su voz llena de una promesa oscura.