Un repentino ascenso en el estatus. Una unión entre dos familias. Serafina frunció el ceño ante tales desagradables rumores, incluyendo el hecho de que el Conde había estado causando muchas inconveniencias para el propio Duque. Los susurros del Imperio reflejaban las complejidades de sus vidas, la dinámica de poder y las venganzas personales.
—Supongo que he estado en cama demasiado tiempo —reflexionó, con un dejo de arrepentimiento en su voz—. El tiempo pasado en recuperación, aunque necesario, la había mantenido alejada de las complejidades del mundo exterior.
A pesar de tener a Serafina como su hija, el Conde Alaric habría quedado solo. Pero la situación actual era diferente. Él no podía desacreditar abiertamente el prestigio del Duque.
Las yemas de Serafina alisaban la mesa mientras lo pensaba, la madera fresca bajo su piel la anclaba en el momento.
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