No te detengas, esposo (R-18)

Cuervo estaba intrigado por lo que acababa de escuchar, y una chispa de curiosidad se encendió dentro de él, obligándole a escucharlo de nuevo.

Había algo encantador en la forma en que Serafina hablaba, algo que lo atraía y le hacía anhelar más. Su voz, suave y melodiosa, parecía tejer un hechizo a su alrededor, y se encontró deseando oír sus palabras una vez más.

—¿Qué dijiste? Repítelo —solicitó, con una sonrisa traviesa extendiéndose por su rostro.

Sus ojos brillaban con una mezcla de juguetonería y deseo, una mirada que hacía que el corazón de Serafina se acelerara.

Serafina sabía que Cuervo la había escuchado claramente la primera vez, pero entendía su deseo de escucharlo una vez más.

La forma en que la miraba, con tal intensidad y anhelo, hizo que sus mejillas se sonrojaran con una mezcla de timidez y emoción. Sintió una sensación cálida y hormigueante extendiéndose por su cuerpo, y su corazón latía acelerado en anticipación.