Viaja con Raven

Se había tornado un poco más cálido que la ropa que Serafina llevaba en ese momento. El sol temprano de la tarde se filtraba a través de las delicadas cortinas de encaje del carruaje, arrojando un suave resplandor sobre su pálida piel. Se movió ligeramente, ajustando las capas de su vestido en un intento por encontrar algo de comodidad.

—Dame esos primero —dijo Cuervo, su voz gentil pero firme, cortando la tranquila calma del paseo en carruaje.

Echando un vistazo a su mano extendida, su mirada luego volvió rápidamente hacia Cuervo. Sus ojos eran un tono profundo de azul, llenos de preocupación y ternura que siempre parecían tomarla por sorpresa.

—Será difícil que los sostengas solo, así que déjame mantenerlos junto a ti, aquí —sugirió, su tono se suavizó al notar su hesitación.

—No, los sostendré yo misma —insistió ella, apretando los regalos contra su pecho como si fueran lo más precioso del mundo.