Su cintura se enderezó al instante, y un pequeño grito escapó de sus labios. Tan pronto como él penetró sus entrañas, un clímax momentáneo se apretó alrededor de él sin piedad.
—Ahh... Un gemido escapó de sus labios, crudo y sin restricciones.
—Eres tan hermosa, Serafina —susurró Raven con voz ronca en su oído, su aliento cálido contra su piel. De repente tuvo una idea atrevida. Sus ojos viajaron hasta su trasero, y se lamió los labios en anticipación. Entonces...
—Ptt... El sonido de su palma encontrando su carne resonó en la habitación.
—Ahh... ¿qué fue eso, Raven? ¿Por qué me pegaste? —preguntó Serafina, su voz una mezcla de sorpresa y curiosidad.
Pero en respuesta, él empujó más y más, cada movimiento más fuerte que el anterior.
Serafina esperaba su respuesta, pero en cambio, él la azotó nuevamente, un fuerte golpe que la hizo jadear.
—¿No te gusta? Dime, Serafina —dijo él, su voz rezumando deseo.