Cuervo ya no podía decir nada sobre su resuelta determinación. Todo lo que podía hacer era apoyarla de todas las formas posibles, estando a su lado mientras ella enfrentaba su pasado de frente.
—Solo espero que Arjan Alaric sea igual de sabio —dijo Serafina, su voz teñida con una mezcla de esperanza y aprensión.
Cuervo asintió, sus brazos se tensaron alrededor de ella, atrayéndola más cerca.
—Si tú lo dices... entonces está bien, lo haré. Pero no olvides tu propia tarea en ningún momento.
—¿Si es tu manera de hablar entonces... No esforzarme demasiado? —La sonrisa de Serafina era suave, tocada por su preocupación.
—Sí.
—Entendido —Sus palabras eran una promesa, pero sus ojos brillaban con un desafío.
—Entonces, señora mía, ¿podría posponer vestirse por ahora? No importa cuan cálido esté esta habitación, aún no es suficiente para calmar estos deseos míos.
—¿Qué? —Las cejas de Serafina se arquearon, una mezcla de sorpresa y diversión cruzando su rostro.