Corazón Ansioso del duque

Serafina se quejaba a su esposo, que solo aumentaba sus preocupaciones, cuando ella pidió una sugerencia.

—Pero hoy descansaré. Por lo tanto, no me enfermaré.

—¿Eso es algo que puedes prometer?

—De verdad, no me enfermaré. Lo prometo.

Serafina sacó su meñique, luciendo tan encantadora como siempre, especialmente para Cuervo. Él entonces mantuvo sus ojos agudos, tratando de contener sus deseos de escuchar casi cualquier cosa.

—¿Qué vas a hacer si te enfermas?

—¿De verdad vas a seguir diciéndome eso?

A pesar de que él murmuraba, Serafina estaba bastante seria sobre la suposición que siguió. Todo era debido a su comportamiento pasado que Cuervo no la escuchaba con la máxima sinceridad.

—…entonces, ¿qué te parece esto? Cuando vuelvas a casa del trabajo hoy y si duele más de lo que duele ahora, te concederé un deseo.

—¿Vas a concederme cualquier tipo de deseo?

—Sí.

—¿En serio? ¿Cualquier deseo?