Hermana Serafina

La Marquesa le dio a Roberto una señal suave para que se presentara.

—Roberto, saluda.

Antes de que pudiera responder, Serafina sonrió cálidamente y se arrodilló para encontrarse con él a la altura de los ojos, su vestido extendiéndose graciosamente a su alrededor. —Está bastante bien —tranquilizó al niño.

—¿Cómo te llamas? —preguntó ella suavemente, su mirada encontrándose con la de él con genuino interés.

—...Roberto Werner. ¿Y tú? —respondió Roberto, su voz apenas por encima de un susurro mientras cambiaba tímidamente su peso de un pie a otro, sus pequeñas manos agarrando el borde de su túnica.

—¿Qué le estás diciendo a la Duquesa? —la Marquesa regañó levemente, pero Serafina rápidamente intervino con un brillo juguetón en sus ojos.

—Me llaman Seraphina Everwyn.

—¿Hermana Serafina? —repitió Roberto, su voz era dulce e inocente, provocando una sonrisa radiante en el rostro de Serafina.