Serafina sonrió cálidamente, el aire frío a su alrededor parecía desaparecer a la luz de su afecto.
—Entonces, ¿qué te gustaría hacer? —preguntó.
La cara de Robert se iluminó de emoción mientras preguntaba ansiosamente.
—¿Sabes cómo hacer un hada de nieve? —indagó.
Serafina inclinó ligeramente la cabeza, intrigada. —¿Un hada de nieve? ¿Qué es eso?
—El Hada de Nieve es un pequeño guardián que se ve así —Robert explicó, moviendo sus pequeñas manos animadamente mientras intentaba describir la figura—. Se dice que da regalos a los niños buenos con cuerpos regordetes —agregó con la pura convicción que solo un niño podría tener.
Serafina rió suavemente, el sonido como el tintineo de campanas en el aire frío de la noche. —Entonces, ¿me enseñarás? Hagámoslo juntos.
—¡Sí! —Robert exclamó, su emoción desbordándose mientras se frotaba los ojos con sus pequeñas manos como si quisiera ahuyentar cualquier cansancio persistente.