Vendido por su esposa

—¿Dónde está el posadero? —preguntó Cuervo casualmente, apoyándose en el mostrador.

—El empleado se encogió de hombros. —No estoy seguro. A veces sale por las mañanas. ¿En qué puedo ayudarle?

—Cuervo asintió, manteniendo su expresión neutral. —Quería revisar algo en los registros de reservas. Sabes, ver si alguien sospechoso reservó una habitación alrededor del tiempo del robo.

—El empleado pareció un poco sorprendido, pero luego asintió lentamente. —Supongo que está bien. El libro de registros está justo aquí.

—Cuervo tomó el libro de registros, volviendo a la noche anterior al robo. Sus dedos rozaron las páginas mientras ojeaba los nombres, pero entonces se detuvo.

—La página que buscaba había desaparecido. Arrancada del libro.

«Bueno, eso no es sospechoso en absoluto...», pensó Cuervo, frunciendo el ceño. —Volteó el libro en sus manos, buscando algún signo de la página faltante o alguna explicación para su ausencia. Pero no había nada.