La Verdad

El posadero tragó con dificultad, su voz temblorosa mientras empezaba a hablar. —Yo... está bien, no sé su nombre. Todo sucedió esa noche después de que ya había robado a los huéspedes. Yo estaba fuera de la posada cuando lo vi alejarse a escondidas.

El posadero continuó —Él no entró en pánico ni intentó correr. Simplemente se paró allí, igual que yo. Después de una breve pausa, dijo —Puedo darte algo del botín. Solo cubre mis huellas.— Por supuesto, al principio no acepté, pero antes de que pudiera hacer algo más, metió la mano en su bolsa y me lanzó algunas monedas y joyas. Dijo —Ahora lo has aceptado. Si intentas algo gracioso, me aseguraré de que caigas conmigo.

Los hombros del posadero se hundieron mientras terminaba —Me amenazó. No tuve más opción que aceptar...

La sonrisa de Cuervo se desvaneció mientras escuchaba la historia, pero no interrumpió. Cuando el posadero finalmente dejó de hablar, hubo un pesado silencio en la habitación.