LA TUMBA...

—Se aferró más fuerte como si su agarre pudiera, de alguna manera, traerla de vuelta del borde.

—Detrás de él, los llantos del recién nacido perforaban la habitación, como si sintieran la condición de la madre. Los gemidos estaban llenos de impotencia y tristeza, mezclándose con el aire tenso que pesaba sobre todos.

...

—La noche pasó y, a medida que los primeros rayos de sol se colaban, rozaron suavemente la pequeña cuna. El bebé, Kelin, abrió lentamente sus ojos morados y movió sus deditos.

—La niñera, medio dormida a su lado, no lo notó, pero Kelin no era de llorar sin más motivo.

—Miró alrededor, curioso de todo como intentando comprender este nuevo y grande mundo al que había llegado.

—Una suave brisa recorrió la habitación, revolviendo su pelo negro.

—Sus manitas se extendieron para atraparla, agitándose sin rumbo en el aire, antes de volver su mirada a sus dedos. Parecía fascinado, perdido en su propio pequeño mundo.