Punto de vista de Luna
Desde nuestra pequeña charla en el club, Dominick me había estado evitando, y eso era frustrante. Hice todo lo posible por hacer que hablara conmigo, pero él seguía alejándose, redirigiéndome hacia Alen. Después de vestirme para el día, bajé a desayunar y me sorprendió ver a Dominick ya sentado en la mesa del comedor.
Sin embargo, mi sorpresa duró poco. Tan pronto como entré, él se levantó y dejó la mesa, dejándome perpleja.
—¿Cuál es su problema? —murmuré, sintiéndome frustrada.
—No te lo tomes tan en serio, señora Phoenix —dijo María, colocando una ensaladera en la mesa.
Suspiré y tomé asiento. —¿Por qué se guarda tanto para sí mismo? ¿Por qué me está evitando?
—Tienes que darle un respiro al jefe. Ha sido así desde que era un niño, desde que murió su madre. Decidió vivir de esta manera sin apegarse demasiado a las personas —explicó María.