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Punto de vista de Dominick

—Entonces aquí es donde Alberto se está quedando ahora —dije, asintiendo hacia el edificio—. Era una casa de cristal portátil con vista al lago, serena y aislada.

—¿Cuánto tiempo hasta que tu padre lo encuentre? —suspiró Luna, con evidente preocupación en su voz.

—Esperemos que no lo haga. Vamos, entremos. —Tomé la mano de Luna y entramos mientras mis hombres esperaban afuera.

—Dominick, Luna, ambos son bienvenidos —nos saludó Alberto desde el sofá—. A diferencia de la última vez que lo vimos en la cabaña, se veía más descansado y lujoso para alguien que se suponía estaba muerto. Vamos, tomen asiento, por favor. —Hizo un gesto hacia el sofá.

Nos sentamos y noté su postura tensa. —Alberto, necesitamos respuestas —dije, yendo directo al grano—. ¿Por qué nos llamaste aquí?

Alberto se recostó, con una expresión que se tornó seria. —Tengo información que puede cambiarlo todo. Los planes de tu padre y de Angelo son más profundos de lo que piensas.