—Filo del Anochecer... —leyó en voz baja, casi en un susurro.
La inscripción había aparecido justo donde antes solo estaban las antiguas palabras sobre la sangre. Grabada con elegancia en una lengua poco usada o olvidada, pero que ahora por alguna razón Inei podía entender sin saber cómo. Era como si la espada le hablara directamente a su alma, como si su vínculo ya estuviera sellado.
Kim se acercó con paso lento, aún sin apartar la mirada de la funda negra.
—¿Ese... es su nombre?
Inei asintió despacio, envuelto en un silencio que no sabía cómo romper. Termino de guardar la espada con delicadeza, sintiendo un aire frio recordó el acuerdo que hizo con Liam. Ese sería el segundo objeto que había acordado con Liam.
—Será esta espada —dijo con voz firme.
Kim levantó la vista hacia él, aún algo aturdida por lo que acababa de presenciar.
—¿Está seguro? Esa arma... ha estado aquí por muchos años, la retiramos ya que supusimos que no era nada más que un... palo negro.
Inei sonrió apenas, con una calma que no se había visto en él antes.
—Más que seguro. Y de alguna manera siento que está ligada a mi familia y podrá ser de mucha ayuda para mí en el futuro.
Minutos después, ambos regresaron al salón principal del almacén, donde los esperaba Liam. La joven mujer los vio llegar y su sonrisa se ensanchó al ver a Inei.
—¡Ah, joven señor! Me alegra saber que encontró algo que le agradara —dijo con una voz cálida mientras se bajaba de la mesa y arreglaba un poco su vestido.
Kim saludó con una leve reverencia y se mantuvo en silencio, permitiendo que Inei tomara la palabra.
—El segundo objeto que mencioné en nuestro acuerdo será esta espada —dijo, depositando la espada negra sobre la mesa, Liam se acercó con curiosidad. Frunció el ceño al ver el diseño de la carcasa, pasó una mano con cautela por encima, sintiendo el leve residuo de Arcam sobre ella.
—No recuerdo haber visto esto antes... ¿De dónde la sacaron?
—De una caja vieja —dijo Kim—. Estaba en la sección de cajas que están a punto de trasladarse a la sede principal. Investigue un poco rápidamente los registros la marcaron como inactiva desde hace años. Todos pensaban que era solo un bastón sin uso.
Liam suspiró, con un dejo de incomodidad. Se mordió suavemente el labio inferior.
—¿Puedo verla?
Inei dudó un momento, pero luego asintió. Deslizó parte de la hoja hacia fuera. Solo unos centímetros bastaron para que Liam retrocediera un paso por instinto.
La hoja de cristal brilló como si estuviera adsorbiendo la energía del lugar y lo devolviera en reflejos fríos. Un susurro leve se escuchó en el aire, como el viento nocturno entre árboles secos.
—Esto... no es una espada ordinaria —dijo Liam en voz baja—. Esta cosa tiene conciencia.
Kim la miró con seriedad y la curiosidad desbordando en sus ojos.
—¿Qué tipo de conciencia?
Liam negó con la cabeza antes de hablar.
—Cuando era pequeña, mi abuelo nos solía contar historias de un amigo cercano a el, un herrero que mientras creaba, usaba su Arcam para dar vida a sus espadas, o más bien estás espadas respondían a la voluntad de sus portadores. En el mundo hay pocos herreros que son capaces de hacer que sus armas estén vivas de cierta manera, en mis años dentro de la subasta he conocido varias armas poderosas con residuos de conciencia. Pero nunca espere ver una con un aura tan poderosa...
Inei guardo la hoja de cristal y tomo la funda con su mano izquierda.
—Sinceramente no se mucho acerca del tema, lo único que se de momento es que está espada me llamo en el momento en que pase por su lado. Supongo que más tarde le preguntare a mi maestra.
Liam cambio su mirada y sonrió, entonces girando sobre sus talones con elegancia invito a Inei a salir del almacén.
—Muchas gracias por guiarme Srta. Kim, yo me despido aquí.
Inei agradeció con una leve sonrisa, Kim hizo una reverencia con los ojos un poco brillosos de una pequeña emoción.
El camino de regreso a la sede fue casi lo mismo, solo que está vez Liam tomo un atajo que los dejo a pocos pasos de la salida, Inei pudo localizar con facilidad la silueta de su padre y de su suegro esperando a las afueras de un carruaje un poco grande, se pregunto mentalmente si Lucia y su suegra no se habían ido.
—Inei —
la voz suave de Liam lo llamó sin formalidades, un poco temblorosa. Al mismo tiempo, su mano delicada sostuvo con firmeza la tela de su túnica, como si temiera que él simplemente siguiera caminando sin mirarla.
Él se detuvo, girándose lentamente. Al verla, notó cómo sus ojos rojos, usualmente tan seguros y serenos, brillaban con algo distinto: una mezcla de nerviosismo, sinceridad...
Liam bajó ligeramente la mirada. Apretó los labios como si luchara contra sus propias dudas, y finalmente habló:—Aquel día... cuando me salvaste… —comenzó, su voz casi un susurro— no fue solo de un peligro común. No fue solo un acto de protección.
Levantó la vista y lo miró directo a los ojos. Su expresión había cambiado: ya no era la directora de una subasta poderosa ni una mujer refinada moviéndose entre las élites de la ciudad. Era simplemente Liam Fei, con el corazón en las manos.
—Tú me salvaste en todo el sentido de la palabra. Salvaste mi pureza… —dijo con decisión, aunque sus mejillas se encendieron en un rubor profundo—. Mi cuerpo, mi dignidad… mi inocencia. Cosas que aunque tu no lo entiendas, son preciosas para una mujer… cosas que pensé que me arrebatarían ese día.
Hizo una pausa, respirando con fuerza para mantener la compostura. La emoción temblaba en su voz, pero sus palabras no dudaron.
—Y desde entonces… he sentido que te debo algo más que un simple "gracias". No sé cómo explicarlo, pero… no quiero que nuestra historia termine solo como una noche de coincidencia o una relación de vendedor y comprador.
Inei permaneció en silencio, mirándola con atención. Sentía que su corazón vibrara con compresión o algo parecido.
—Ahora que tengo la oportunidad —continuó Liam— no quiero dejarte ir sin intentar conocerte de verdad. No al hijo del hombre más fuerte de la ciudad. No al joven prodigio que todos observan desde lejos. Quiero conocer a Inei... al hombre que me salvó cuando más vulnerable me sentía.
Las palabras flotaron en el aire como hojas bajo una brisa suave. Inei bajó la mirada un momento, pensando, y luego la levantó de nuevo. Su voz fue baja, pero firme.
—Aquel día corrí por todos los alrededores de la ciudad buscando a alguien, alguien que no pude encontrar, pero de alguna manera siento que ahora toda esa desesperación que sentí en ese momento sirvió de algo, pues me llevo hasta a ti. Lo que significaría que tenemos compatibilidad entre nosotros, si la Srta. Liam, desea conocerme, las puertas de mi casa estarán abiertas a usted. Pero por favor tenga paciencia, tengo muchas cosas por delante.
Liam tomo la mano de Inei entre las suyas con una delicadeza increíble. Cómo si estuviera tocando los pétalos de la flor más hermosa del mundo.
—Lo entiendo joven maestro, no se preocupe. Aunque no me dedico al arte de la cultivación se lo importante que es un pacto de sangre y un enfrentamiento entre dos jóvenes brillantes.
Inei ladeó un poco la cabeza y adopto una expresión de cautela, sorprendido por esas palabras retiro levemente su mano de las de las Liam.
—No pongas esa cara joven maestro, digamos que los más jóvenes no son muy buenos guardando secretos. Y gran parte de la ciudad sabe que desafiaste a la Srta. De la familia Lynal.
Una muñeca de incomodidad apareció en los labios de Inei quien suavemente volvió a poner su cuerpo en camino hacia la salida.
—Pero ¿Cómo piensas vencer a alguien que tiene una gran línea de apoyo?—. pregunto Liam poniéndose a su lado rápidamente. —Quiero decir, no quiero subestimarte Joven maestro, pero hay un enfrentamiento de por medio, quien quita que su familia y su secta no la apoyen, eso sin mencionar que el rey de las píldoras Huanlei, es miembro de la secta, Sylia puede pedirle medicamentos para aumentar su fuerza.
Inei se detuvo pensando y analizando esa situación pero sonrió con confianza y orgullo.
—Mi maestra es más grande que ese tal rey, yo también puede jugar a hacerme más fuertes con medicamentos. Pero confió en mi talento y en las enseñanzas de mi maestra, no me ganara una niña mimada.