Poco después de que Lucia y Lushui se hayan ido de la habitación acompañadas por guardias pertenecientes a la subasta, Inei se quedo en compañía de su padre y su suegro para esperar al asistente que los llevara a la habitación privada.
Los minutos pasaron rápidamente y mientras su padre hablaba con su suegro, Inei sentado en uno de los muebles mantenía los ojos cerrados, meditando en su cultivo para poder abrirse paso a la tercera estrella. Un aura de color rojo claro envolvió y rápidamente llamo la atención de los dos adultos.
—Tu hijo...¿Está a punto de ascender?
—Así parece
Una poderosa aura roja rodeaba el cuerpo de Inei. A cada segundo se volvía más intensa, más refinada. Las pequeñas motas de energía que flotaban a su alrededor se arremolinaban como si fueran atraídas por una fuerza gravitatoria desconocida. El suelo temblaba ligeramente bajo sus pies.
Y entonces, en un instante, el color carmesí empezó a aclararse. Se volvió más puro, más vivo, hasta que un destello rojo brillante envolvió todo su cuerpo.
¡BOOM!
Una pequeña explosión de energía estalló a su alrededor, no lo suficiente como para causar daño, pero sí lo bastante fuerte como para hacer retroceder con sorpresa a los dos adultos. Ambos fruncieron el ceño, con los brazos frente a sus rostros para bloquear la oleada de calor proveniente del cuerpo de Inei.
El polvo se asentó, y en el centro de la pequeña explosión, Inei abrió los ojos. Un brillo rojo intenso emanaba de ellos, reflejando la energía que aún palpitaba a su alrededor. Su respiración era profunda y regular, la calma tras una pequeña tormenta. El aura roja se había desvanecido, dejando tras de sí una sensación de poder latente. No solo había alcanzado la tercera estrella, sino que lo había hecho con una intensidad que sorprendió incluso a su padre y a su suegro, ambos expertos cultivadores de Arcam.
—Inei— dijo Xiay, su voz llena de asombro y un toque de orgullo —, felicidades hijo, si sigues creciendo a este paso temo que pronto nos alcanzaras.
Ethan asintió, aún con la impresión de la explosión en su rostro. —Un avance tan rápido… Nunca había visto algo así. La energía que emanaba de ti era… pura, refinada. Como si el Arcam mismo fluyera a través de ti sin resistencia. Ni siquiera el Arcam de mi padre fluye de esa manera.
Inei se incorporo un poco, sintiendo una fuerza nueva recorriendo su cuerpo. Cada músculo, cada fibra, vibrante con energía. El Arcam fluía dentro de él, un río poderoso y controlado. Miró sus manos, notando una sutil luminosidad roja bajo su piel.
Por la mente de Inei pasaba las palabras de su maestra con respecto a la acumulación de estrellas en su núcleo, para la mayoría de personas es bastante complicado reunir estrellas para seguir avanzando pero él, en casi 4 meses ya ha reunido 3 estrellas desde que ascendió a Ort.
"¿Podría considerarme un genio en el cultivo del Arcam?".
Pensó levantando su mirada. En ese momento, la asistente de la subasta que tanto estaban esperando aparecio, una joven elegante con un vestido rojo oscuro, entró en la habitación. Su rostro reflejaba una mezcla de profesionalismo y un poco de nervios al estar presente ante las figuras más fuertes de la ciudad.
—Señor Nozen, Señor Yuwen, disculpen la tardanza los objetos que consiguieron está noche ya están listos para ser reclamados por favor síganme.
Los dos hombres que asentían con sonrisas en sus rostros por ya casi tener en sus manos aquellos objetos, dieron un paso adelante. Pero se detuvieron al ver una figura femenina detrás de la joven asistente.
—Buenas noches, o creo que sería mejor decir, buenos días señores. Espero puedan sacarles provechos a los objetos que consiguieron está noche.
Liam Fei, la directora de la subasta, habló con una voz suave, pero que cargaba una autoridad incuestionable. Su vestido ceñido de tonalidades marfil y escarlata se movía como la seda viva al caminar con gracia hacia el centro de la sala. Su cabello largo, peinado con cuidado, caía por su espalda como una cascada oscura.
Los dos adultos, Xiay y Ethan, se sorprendieron al verla presentarse en persona. En sus años en la ciudad y en su tiempo como directora de subasta, no era común que una figura como ella se involucrara directamente en la entrega de objetos o en el trato con compradores, a menos que el asunto fuera particularmente especial… o personal.
—Mis disculpas por interrumpir y hacerlos esperar aún más —continuó con una sonrisa medida—. No les quitaré mucho tiempo, caballeros. Solo he venido a hablar con el joven señor Inei. Tenemos un trato pendiente, y es necesario resolver ciertos detalles.
Sus palabras hicieron que ambos hombres intercambiaran una mirada de confusión. Luego sus ojos se dirigieron hacia Inei, quien apenas se estaba incorporando del asiento donde había estado cultivando.
—¿Un trato pendiente? —murmuró Ethan, alzando una ceja con disimulada curiosidad.
—Que tipo de trato es necesario para que la misma directora esté interesada… —susurró Xiay, cruzándose de brazos con media sonrisa.
Inei, tranquilo como siempre, unió las manos en señal de respeto y se inclinó levemente ante ambos.
—Padre. Suegro. Si me disculpan… no tardaré.
—Ve, ve —asintió Ethan con un gesto—. No todos los días una mujer como la Srta. Liam te busca personalmente.
—Solo asegúrate de que ese “trato” no te explote en la cara —añadió Xiay con una risita baja.
Liam fingió ignorar los comentarios, aunque una pequeña curva en sus labios mostraba que los había escuchado. Esperó a que Inei se acercara, y luego giró elegantemente sobre sus talones.
—Por favor sígueme —le dijo en voz baja, casi susurrante, mientras comenzaba a caminar por el pasillo con pasos tranquilos y seguros.
El recorrido no fue largo, con la experiencia de Liam en la sede tomo atajos para recortar el camino, tras bajar por una escalera en espiral, caminaron en línea recta por un pasillo poco iluminado hasta una gran puerta de piedra blanca tallada con oro y plata.
Los guardias que custodiaban la puerta se pusieron en
atentos de inmediato al ver las figuras aproximarse, pero bastó con que reconocieran el rostro de la mujer al frente para que su actitud cambiara por completo.
—¡Directora Liam! —dijeron al unísono, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto. Uno de ellos se apresuró a retirar los seguros de la puerta mientras el otro abría las enormes hojas de piedra que rechinaban suavemente con un eco que se perdió en la profundidad de lo que había más allá.
—Adelante —indicó Liam con una sonrisa leve a Inei—. Bienvenido al verdadero corazón de la subasta.
Inei dio un paso adelante, adentrándose tras ella. Lo primero que lo recibió fue el silencio... y la inmensidad. La habitación era tan grande que sus límites no se distinguían a simple vista. El techo se perdía en la penumbra, y las paredes estaban cubiertas con estanterías flotantes llenas de objetos resguardados con barreras de energía, contenedores de cristal reforzado, cofres antiguos y hasta pequeños pedestales que contenían piedras brillantes, pergaminos sellados y armas que parecían dormidas… pero no inofensivas.
Un aura densa y cargada impregnaba el ambiente. No era amenazante, pero sí imponente. Un lugar donde el poder, el conocimiento y la historia del continente parecían haber sido comprimidos y resguardados con un cuidado casi sagrado.
Una figura femenina se acercó desde el fondo, caminando con paso firme y sereno. Vestía un atuendo más formal que el resto de asistentes que Inei había visto en la subasta: un vestido largo de tonos marfil, bordado con símbolos de identificación y control de reliquias. Su cabello estaba recogido con una peineta de jade, y sostenía en sus manos una tableta luminosa con registros flotando a su alrededor.
—Inei —dijo Liam deteniéndose a su lado—, permíteme presentarte a Wen Kim, la jefa del equipo de evaluación y preservación. Cada objeto que entra a esta subasta, desde una daga oxidada hasta un artefactos "Celestial", pasa primero por sus manos. Su palabra es ley en este lugar.
Wen Kim se inclinó ligeramente ante él, sin perder la compostura.
—Un gusto conocerlo finalmente, joven señor Nozen. Escuché del alboroto que causó por el cristal.
Inei rio un poco antes de hablar. —Es un artefacto único, no todos los días puedes encontrar un fragmento de fuego tan puro.
Wen Kim asintió, sus ojos brillando con una mezcla de profesionalismo e interés.
—El cristal ígneo fue uno de los objetos más complejos de evaluar, no sabemos nada de el ni siquiera su capacidad. La mujer que nos lo trajo, no dio mucha información acerca de como lo consiguió o de donde proviene, solo pidió a cambio mil Zenes...Me da curiosidad, saber como lo utilizara el joven señor, para querer intercambiarlo por una píldora de nivel 4...
Liam sonrió.—Cálmate un poco Kim, no creo que el joven señor nos de detalles al respecto.— se giró hacia Inei con una expresión más relajada.
—Cómo acordamos anteriormente, no sabemos el verdadero precio del cristal pero si sabemos el potencial y el precio de una píldora de nivel 4, entonces Joven señor. Con la guía de la señorita Kim por el almacén podrás tomar un objeto más.
—Por favor dígame lo que busca joven señor, le aseguro que no se arrepentirá de confiar en mi.
Inei observo la expresión profesional de Kim, cerros sus ojos un momento para pensar muy bien en el segundo objeto que se llevaría, no quería ser codicioso e ir por cosas altas, quería algo sencillo y que lo ayude en su entrenamiento...Entrenamiento...
"Eso eso..."
—Parece que te decidiste joven señor.
Habló Kim preparada para llevarlo a cualquier lugar del almacén.
—Si, por favor puedes enseñarme las armas que tenga disponibles.
—Por supuesto —respondió Wen Kim con una reverencia leve—. ¿Está interesado en algún tipo de arma en particular, joven señor?
Inei se quedó en silencio por unos segundos, reflexionando. De pronto, una imagen se formó con claridad en su mente: su madre, envuelta en un vestido de batalla blanco y dorado, girando con gracia en medio del campo de entrenamiento mientras su lanza trazaba una línea perfecta en el aire. También la recordaba con una espada corta en mano, enseñándole a pararse con equilibrio cuando aún era un niño.
—Primero, me gustaría ver las lanzas —dijo con firmeza—. Luego me gustaría revisar las espadas.
—Entendido —asintió Kim con una ligera sonrisa, y sus dedos se deslizaron con fluidez sobre la tableta luminosa. Varias runas flotantes se iluminaron a su alrededor—. Sígame, por favor.
—Yo los estaré esperando aquí, buena suerte en su búsqueda joven maestro.
Le dijo Liam a Inei con una sonrisa suave pero coqueta.
Después de unos minutos de adentrase por los pasillos de objetos llegaron a un gran salón circular. En su centro, sobre plataformas flotantes y rodeadas por esferas de protección arcánica, descansaban varias lanzas. Kim se detuvo frente a la entrada del salón, y alzó la mano indicando el lugar con voz clara y tranquila:
—Estas son las lanzas disponibles. Están divididas en tres categorías: Categoría A, que son armas compatibles con el Arcam y cuya estructura permite canalizar energía sin mayor resistencia. Categoría E, que llamamos especiales, ya que fueron forjadas por maestros artesanos, usando cristales elementales en su creación. Estas lanzas albergan elementos como, el agua, la tierra, el viento, incluso el fuego y el rayo. Y por último, las Categoría S, armas superiores. Muy pocas en este plano pueden considerarse de este tipo. Pertenecieron a expertos de rango Emperador… o más allá. Muchas fueron encontradas en ruinas, batallas olvidadas o heredadas por linajes extinguidos.
Inei avanzó lentamente, con la vista atenta, absorbiendo los detalles de cada una. Algunas lanzas resplandecían con un fulgor ígneo en sus núcleos; otras eran de un azul profundo, como si encerraran el mar en su interior. Había una que parecía tallada de roca pura, pesada y firme, con venas doradas que pulsaban como si fueran arterias vivas. Incluso entre las superiores, había una con un aura tan intensa que la sala entera parecía tensarse con su sola presencia.
Era increíble. Tanta historia, tanto poder reunido en un solo lugar. Cualquier cultivador daría lo que fuera por un arma como esa.
Y sin embargo… Inei sentía que ninguna de ellas era para él.
No porque fueran débiles. Todo lo contrario. Era precisamente porque eran demasiado… completas.
Perfectas. Inamovibles. Cerradas.
“No necesito un arma terminada”, pensó. “Necesito una que pueda crecer conmigo…”
Se volvió hacia Kim, con una ligera inclinación de cabeza.
—Te agradezco mucho, Kim. Pero… ninguna de estas lanzas es lo que busco. ¿Podrías llevarme a ver las espadas?
Por un instante, Kim parpadeó sorprendida. Luego una sonrisa distinta apareció en su rostro: una mezcla de emoción y orgullo profesional.
—Claro que sí —respondió, con una luz brillante en sus ojos—. Las espadas… son mi especialidad.
Dio media vuelta con un giro ágil, y sin perder la elegancia en su andar, condujo a Inei por un pasadizo lateral con paredes revestidas de obsidiana y cuarzo tallado. El lugar era distinto, más silencioso, como si incluso el aire respetara la presencia de las armas que allí se guardaban.
Mientras caminaban, Kim hablaba con entusiasmo contenido:
—A diferencia de las lanzas, las espadas que custodiamos aquí no solo fueron hechas para la batalla. Muchas de ellas fueron creadas con fines ceremoniales, o como extensiones del alma de sus antiguos dueños. Algunas tienen memorias selladas, otras conservan emociones, como si hubieran sido tocadas por la voluntad del Arcam mismo.
Se detuvo frente a un arco dorado con inscripciones antiguas.
—Aquí estamos. Estas son las espadas de categoría E y S. Si hay alguna que esté esperando un nuevo dueño… lo sentirás al acercarte.
La puerta se abrió sola al reconocer la presencia de Kim, y la sala que se reveló era un templo silencioso de filos y destinos dormidos.
Inei dio el primer paso dentro, sintiendo cómo algo distinto flotaba en el aire. Recorrió el largo pasillo de la sección E, nada en particular que le llamara la atención, paso a la sección S, la presión del lugar era increíble, Inei trago saliva y tuvo que mejorar su visión para no verse afectado por el brillo de las armas en el lugar.
El pasillo era más grande así que le llevo un tiempo recorrer el lugar, cuando llego al final suspiro un poco triste por no encontrar algo que le llamara la atención o en el mejor de los casos algo compatible con el.
kim se acerco a el con la mirada un poco triste de que Inei no haya encontrado algo, ella estaba lista para contar la historia de la espada que eligiera el joven.
Con las manos vacías, ambos se dieron media vuelta, al salir por la gran puerta que se cerro automáticamente, Caminaron en silencio de regreso al salón principal del almacén.
La luz artificial de los pasillos empezaba a volverse más clara a medida que se acercaban, y al fondo se podía distinguir la figura de Liam sentada sobre una de las mesas desocupadas, se arreglaba el cabello en un moño atado por un pasador largo con decoración de flores.
Inei sonrió inconscientemente, era una vista bastante agradable...
"¿¿¡¡Nhng!!??
Tras pasar por una pequeña pila de cajas de madera, el cuerpo de Inei experimento un escalofrió intenso que lo hizo detenerse en seco. Kim notando esto, se detuvo y giro sobre sus talones para observar al chico.
—¿Joven señor?. —Susurro curiosa acercándose a el. —¿Algo llamo su atención?
pregunto al estar frente a el, a pocos centímetros de distancia. Inei soltó un suspiro frio, como si acabara de experimentar el filo de una muerte segura.
—Allí —dijo Inei en voz baja, señalando una de las cajas en la esquina más apartada del almacén.
Kim frunció el ceño, siguiendo con la mirada la dirección que marcaba su dedo. Un grupo de cajas apartadas.
—Esas cajas, son mercancía que nunca se vendió ¿Estas seguro de ver lo que hay dentro?
Inei asintió acercándose al grupo de cajas. —¿Puedo abrirla? —preguntó Inei, aún sintiendo ese estremecimiento recorrerle la columna.
—Dame un momento, llamaré a alguien que pueda...
—No es necesario —la interrumpió él—. Solo necesito tu permiso.
Kim dudo un momento, ¿Qué habría de especial en aquellas cajas? pero no queriendo detener a Inei.
—Esta bien, pero por favor ten cuidado.
Inei avanzó, alzó su mano y canalizó una pequeña cantidad de Arcam. Los clavos que aseguraban la tapa de la caja se derritieron ante el calor del fuego de Inei. La tapa crujió suavemente al abrirse, liberando un aire seco, dentro, tras remover algunos objetos lo encontró. envuelto en un paño oscuro-
Era un objeto sencillo a primera vista: un palo medio largo, completamente negro, sin adornos, sin filo visible. Pero apenas lo sostuvo, sintió un pulso vibrar en su palma, como un latido.
Lo levantó, con cuidado. Al observarlo más de cerca, notó pequeñas inscripciones grabadas a lo largo del bastón. Solo unas pocas palabras se distinguían con claridad:
"Solo aquel que tenga la sangre podrá empuñarla."
—¿La sangre...? —murmuró.
Inei buscó cuidadosamente algún mecanismo o punto débil, hasta que notó una ranura diminuta en el extremo opuesto del bastón. Al colocar su dedo cerca, una aguja oculta se disparó con rapidez, apenas rozándolo. Sangró apenas una gota... pero fue suficiente.
El bastón brilló en respuesta. Un zumbido sordo llenó el aire mientras el objeto reaccionaba, y luego, como si respondiera a un comando silencioso, Inei tiró suavemente del extremo.
Con un suave deslizamiento, de la carcasa negra emergió una hoja recta, cristalina, de un azul aguamarina tan profundo que parecía contener un océano entero dentro.
Era una espada.
La hoja emitía un leve resplandor, como si el cristal respirara con su propio ritmo. Y aunque no era pesada, Inei sintió su presencia como una extensión de sí mismo. Casi como si lo hubiese estado esperando desde hacía mucho, mucho tiempo.
Kim, que lo observaba a distancia, abrió los ojos sorprendida.
—¿Esa espada estaba allí...? ¿Todo este tiempo?
Inei no respondió. No podía. La espada parecía hablarle con su mera existencia, pero no en palabras, sino en sensaciones. Poder. Dolor. Lucha. Y soledad.
Se giró lentamente hacia Kim.
—Esto... no estaba en ninguna lista, ¿verdad?
Ella negó con la cabeza, aún atónita.
—No. Siempre pensamos que se trataba de un palo sin más que al principio mostro cierta cantidad de Arcam en el, pero... Puedo investigar los registro preguntare a Liam... aunque algo me dice que ni siquiera Liam sabrá de ella.
Inei asintió, cerrando la carcasa con cuidado. —"Hmm?"— Cuando su mirada volvió al lugar donde antes estaban las inscripciones Inei se sorprendió al ver un nuevo texto...
—Filo del anochecer...