El bosque parecía un laberinto interminable. Las ramas crujían bajo sus pies, y el viento susurraba entre los árboles como si quisieran advertirles de un peligro invisible. Aria caminaba al frente, su arco siempre preparado, mientras Mina y Liam intercambiaban miradas de cansancio y tensión. Aún tenían en mente las palabras de la madre de Liam, esas que resonaban en su cabeza como un eco persistente: "La luz más fuerte proviene del sacrificio más grande".
El grupo se detuvo en seco cuando un ruido repentino rompió la monotonía del bosque. Era un crujido, seguido de pasos apresurados. Desde las sombras emergió una figura tambaleante, apenas visible bajo la luz de la luna. Se trataba de un joven de cabello castaño desordenado, con el rostro cubierto de suciedad y su ropa hecha jirones. Tropezó con una raíz, cayendo de rodillas frente a ellos.
—¡Por favor, no me lastimen! —dijo con la voz entrecortada, levantando las manos en un gesto de rendición. Sus ojos brillaban con desesperación.
Aria fue el primero en tensar su arco, apuntándole directamente.
—¿Quién eres y qué haces aquí? Habla rápido.
El joven tragó saliva, respirando con dificultad.
—Soy Kelith. He estado huyendo de las sombras... Mi aldea fue destruida, y he estado solo desde entonces. —Su voz temblaba, y cada palabra parecía costarle un esfuerzo titánico.
Mina se adelantó, bajando lentamente el cetro. Había algo en Kelith que le resultaba extrañamente familiar, aunque no podía precisar qué era.
—¿Cómo sobreviviste tanto tiempo solo? —preguntó, su tono aún desconfiado.
Kelith bajó la mirada, como si estuviera avergonzado.
—Corrí. Me escondí. Y... tuve suerte.
—¿Suerte? —replicó Aria, sin bajar su arco. —Las sombras no dejan sobrevivientes.
Liam, quien había permanecido en silencio, avanzó unos pasos hacia el. Había algo en sus ojos que no podía ignorar, una mezcla de miedo y determinación que le resultaba difícil de falsificar.
—Si dices la verdad, no podemos dejarte aquí, —dijo finalmente, aunque su tono era firme. —Pero si intentas algo... cualquier cosa... no tendré piedad.
Kelith asintió con rapidez, su rostro mostrando una mezcla de alivio y temor. Liam hizo un gesto a Aria para que bajara el arco, aunque el lo hizo con evidente reticencia.
—Gracias... No saben lo que significa esto para mí, —murmuró Kelith, intentando ponerse de pie. Mina se acercó para ayudarlo, aunque no pudo evitar notar cómo Kelith evitaba el contacto visual directo.
El grupo reanudó su marcha, con Kelith caminando al final de la fila. Aunque nadie lo dijo en voz alta, todos mantenían la guardia alta, especialmente Aria, quien no dejaba de lanzar miradas de reojo hacia el recién llegado.
—¿Sabes hacia dónde nos dirigimos? —preguntó Liam, girando ligeramente la cabeza hacia Kelith.
—No... Solo he estado tratando de alejarme lo más posible de las sombras, —respondió el. —¿Ustedes?
—Buscamos respuestas, —intervino Mina, con un tono más amable. —Y parece que las sombras tampoco quieren que las encontremos.
Kelith asintió, aunque no hizo más preguntas. Liam notó cómo sus ojos parecían analizar cada detalle del grupo: las armas, las expresiones, incluso la forma en que interactuaban entre ellos. Decidió no comentar nada, pero hizo un esfuerzo consciente por mantener a Lúminis siempre cerca de su alcance.
El bosque comenzó a abrirse ligeramente, revelando un sendero que descendía hacia un pequeño arroyo. La vista del agua cristalina fue un alivio para todos, quienes aprovecharon para descansar y llenar sus cantimploras. Kelith se arrodilló junto al arroyo, bebiendo con avidez.
—¿Cuánto tiempo llevas sin agua? —preguntó Mina, observándola con curiosidad.
—Demasiado, —respondió Kelith, limpiándose la boca con el dorso de la mano. Luego, su mirada se posó en Lúminis. —Esa espada... Es especial, ¿verdad?
Liam tensó ligeramente la mandíbula, pero respondió con cautela.
—Tiene su historia.
Kelith sonrió de manera fugaz, pero no dijo nada más.
Cuando retomaron el camino, la atmósfera entre ellos era cada vez más densa. Aria finalmente rompió el silencio, dirigiéndose a Liam en voz baja.
—Algo no me gusta de el, —dijo, asegurándose de que Kelith no pudiera oírlos.
—Lo sé, —admitió Liam. —Pero si tiene información que pueda ayudarnos, no podemos ignorarlo.
—¿Y si nos está llevando a una trampa?
Liam no respondió de inmediato. En el fondo, compartía las mismas dudas, pero también sabía que necesitaban toda la ayuda posible. Las sombras eran cada vez más fuertes, y su camino estaba lleno de peligros que no podían enfrentar solos.
Finalmente, llegaron a un claro donde decidieron acampar. Mientras Mina y Aria preparaban un pequeño fuego, Kaelith se sentó a un lado, abrazando sus rodillas. Liam se acercó, intentando iniciar una conversación.
—¿Cómo era tu aldea?
Kelith levantó la vista, sorprendido por la pregunta.
—Pequeña... tranquila. Todos se conocían. Era... un buen lugar, hasta que llegaron ellas, —dijo, refiriéndose a las sombras. Una lágrima rodó por su mejilla, pero rápidamente la limpió.
Liam asintió, aunque no pudo evitar notar que su respuesta parecía ensayada, como si hubiera contado esa historia muchas veces antes.
La noche transcurrió sin incidentes, aunque nadie durmió profundamente. A la mañana siguiente, retomaron el camino con Kelith ahora caminando junto a Mina, quien intentaba entablar una amistad. Sin embargo, Aria seguía mirándolo con desconfianza.
—Tal vez estoy equivocado, pero algo en el no cuadra, —murmuró Aria a Liam mientras avanzaban.
Liam miró hacia Kelith, quien caminaba con la cabeza gacha, aparentemente absorta en sus propios pensamientos. Algo le decía que Aria podía tener razón, pero por ahora, Kelith era parte del grupo. Y si era una amenaza, tarde o temprano lo descubrirían.
El camino continuaba, pero una sombra de duda comenzaba a crecer entre ellos, más oscura que cualquier otra que hubieran enfrentado hasta ahora.