Capítulo 19: El umbral de la oscuridad

El viento soplaba con fuerza mientras el grupo descendía por el sendero estrecho. La brisa era fría y arrastraba el eco de un murmullo lejano, como si el mismo valle respirara. Elandor caminaba al frente, guiándolos con paso seguro. Sus ojos estaban fijos en el horizonte, donde un enorme abismo negro se extendía como una herida abierta en la tierra.

—Es aquí —susurró, señalando la grieta—. Más allá de este punto, estaremos dentro del Reino de las Sombras.

Mina tragó saliva, su mano apretando el cetro con fuerza.

—¿Y si no salimos de esto?

Liam sentía el peso de Lúminis en su espalda. Desde que habían llegado, la espada había emitido un tenue resplandor, como si respondiera a la presencia de algo cercano, algo poderoso.

—Entonces nos aseguraremos de que valga la pena —respondió, su voz firme pero con una sombra de duda.

Kelith, en la retaguardia, observaba en silencio. Sus ojos recorrían a sus compañeros uno por uno, con una expresión inescrutable. Cuando su mirada se posó en Liam, por un instante, algo oscuro cruzó su rostro, pero nadie lo notó.

El grupo se detuvo al borde del abismo. Un antiguo puente de piedra lo atravesaba, sus losas agrietadas y cubiertas de sombras que parecían palpitar como si estuvieran vivas. Al otro lado, una neblina oscura se extendía como un velo sobre el paisaje desconocido.

—Debemos cruzar rápido —dijo Elandor—. Este lugar no es seguro.

Mina fue la primera en moverse, pisando con cuidado las piedras inestables. Aria la siguió, con una flecha lista en su arco. Liam avanzó tras ellos, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda cuando puso un pie sobre el puente. Las sombras parecían rodearlo, como si quisieran aferrarse a su cuerpo.

Entonces, una voz rompió el silencio.

—Ya no necesitan seguir.

La voz de Kelith.

Liam se giró y vio cómo su figura se erguía con una postura diferente. Su expresión, antes neutra, ahora era completamente fría.

—Kelith… —susurró Mina con desconcierto.

Pero Kelith no respondió. Algo oscuro empezó a surgir de su espalda, como un velo de humo que se expandía. Su brazo derecho comenzó a retorcerse, alargándose en una forma distorsionada. La piel se agrietó y de su interior emergió una hoja negra, como una espada forjada en pura sombra.

Su rostro se dividió en dos mitades: una aún humana, la otra consumida por la oscuridad. Un ojo seguía siendo el de Kelith… pero el otro ardía con un resplandor rojo.

—Mi verdadero nombre es Berserk —su voz sonó más profunda, con un eco inhumano—. Y aquí es donde termina su camino.

El tiempo pareció detenerse.

—¡No… no puede ser! —Mina dio un paso atrás, el miedo reflejado en su rostro.

—¡Traidor! —rugió Aria, levantando su arco.

Berserk sonrió con burla y, con un solo movimiento de su espada de sombra, liberó una ola de energía oscura que los lanzó hacia atrás. Mina apenas tuvo tiempo de conjurar una ilusión antes de que las sombras se abalanzaran sobre ellos como una marea viviente.

Elandor fue el primero en reaccionar.

—¡Corran! —gritó, desenfundando su espada para bloquear un golpe dirigido a Liam.

Pero Liam no se movió.

Las piezas encajaban. Todo el viaje, cada obstáculo… Kelith los había estado llevando directo a este momento. A esta trampa.

—¿Por qué? —murmuró Liam, con la voz quebrada entre la rabia y la traición.

Berserk lo miró con desprecio.

—Porque las sombras no solo necesitan a Ethan —susurró—. También te necesitan a ti.

La espada de sombras en su brazo brilló con una energía oscura. En un movimiento rápido, se impulsó hacia Liam con una velocidad inhumana, su arma cayendo en un golpe mortal.

Liam apenas tuvo tiempo de levantar a Lúminis para bloquearlo.

El choque fue brutal.

La explosión de luz y sombra iluminó el puente, y entonces, el suelo bajo ellos comenzó a resquebrajarse.

El puente estaba colapsando.

—¡Liam! —gritó Mina, extendiendo una mano hacia él.

Pero era demasiado tarde.

El suelo cedió bajo los pies de Liam y Berserk… y ambos cayeron al abismo.