Un mar de relámpagos avanzaba con nubes oscuras lejanas en el cielo.
Un brillo de espada rompió las nubes. Como si un sol estuviese perforando las nubes oscuras, iluminaba el mundo.
En ese momento, todos levantaron la cabeza para mirar al cielo. Vieron una silueta delgada en las nubes, apenas perceptible.
—¿Es ese...? —Ye Hai miró hacia el cielo borrosamente. Esa silueta parecía ser su hijo desobediente.
—¿Es esto una ilusión? —Su Yuhan abrió los ojos lentamente y miró hacia el cielo mientras las lágrimas aún le caían por la cara—. ¿Ha venido él?
—¡Papá, es Papá! —La alegre voz de la pequeña Mengmeng rompió el silencio.
Wu Lan cargaba a la niña que intentaba luchar por salir de su abrazo. —¡Papá, Mengmeng está aquí!
Xue Yuantao, Xue Feng, Li Ya, Bai Hongyu y su sirviente cambiaron de expresión al oír eso.
—¡Patriarca, mátalos. Ye del Sur Loco está aquí. Ha regresado! —La cara de Xue Yuantao se distorsionó cuando casi gritó a todo pulmón.