¡Vete en tres respiraciones, o mataré sin piedad!

—Lin Tai, han pasado tres días. ¿Has preparado mil millones de yuanes para nosotros?

La escena repentia dejó en shock a todos los invitados en el casino subterráneo. Todos no pudieron evitar seguir la dirección de la voz. Incluso Wang Yao, que estaba a punto de mutilar la mano de Zhao Xiaotian, no fue la excepción.

—¿¡Quién era ese?!

—¡Qué arrogancia!

—¿No sabía que este era el casino subterráneo más grande de Ciudad Lin?

Eran dos hombres y una mujer, y parecían tener alrededor de veinticinco años. Vestían todo tipo de ropa de marca y llevaban relojes caros en sus muñecas.

El líder era un joven con un corte de pelo al rape. Tenía una mirada arrogante en su rostro, y sus labios se curvaban en una sonrisa burlona. Su andar irradiaba una presión invisible.

—¿Qué están mirando todos ustedes?