—¡Corred! ¡Todos abandonen los grupos! ¡Escapad!
El aire se llenó de gritos de pánico mientras los truenos resonaban sin cesar, los relámpagos golpeando sin piedad los grandes grupos de discípulos.
El cielo parecía tener una venganza, cada rayo buscando los grandes grupos. Con cada impacto, gritos de dolor y terror resonaban mientras vidas se perdían en un instante.
La escena se degeneró en caos. Los discípulos de las grandes sectas y familias principales rápidamente sacaron sus artefactos preciados, formando barreras protectoras contra el asalto implacable de los relámpagos.
Pero los miembros de las sectas bajas corrían solos en diferentes direcciones para evitar los golpes de rayo.
—¡Piedras de Mana Supremas!
De repente, un discípulo de una secta de rango bajo gritó, su voz alcanzando a todos los discípulos cercanos mientras sostenía una piedra brillante que había arrancado del suelo embarrado.