Jardín de Hierbas Celestiales

La confusión y frustración hervían entre el gran número de discípulos que estaban fuera del vacío lugar donde faltaba el tesoro del palacio. El palacio del tesoro había desaparecido, y los rumores comenzaron a extenderse como un incendio forestal.

—¿Qué pasó con el palacio del tesoro? —exigió uno de los discípulos de la secta del árbol demoníaco. Su voz teñida de ira y sospecha.

Los miembros de la secta Castillo de Hielo murmuraban entre ellos, sus ojos parpadeando con preocupación y curiosidad. La Princesa Eila se unió con su grupo. Su rostro lleno de frustración. Perdió su precioso primer momento, solo por unos cuantos talismanes.

—Parece que el tesoro ha sido reclamado. Debemos aceptar que ya no está aquí y avanzar —dijo Eila, su voz firme.

—Pero ¿quién lo tomó? —preguntó uno de los miembros de su secta—. ¿Y adónde se fue?

Pero Eila no les respondió. Miró fijamente el espacio vacío durante mucho tiempo, antes de llevar a su grupo a buscar otros tesoros.