Kent abrió los ojos de par en par al mirar su cuerpo que se transformó tras recuperarse del primer impacto del rayo.
El cuerpo de Kent, ahora visiblemente más robusto y resistente, emanaba un aura poderosa y pura. Sentía una profunda conexión con los elementos que lo rodeaban, como si el mismo tejido de la tormenta se hubiera convertido en parte de él.
El primer impacto del rayo no solo había puesto a prueba su voluntad, sino que también le había otorgado un don profundo, uno que le sería muy útil en las pruebas venideras.
—Muévete rápido, no le des tiempo al próximo espíritu del Rayo para reunir más energía —susurró la diosa de la lujuria con un tono serio.
Con una mirada determinada, Kent rápidamente subió al segundo peldaño. Esta vez, el espíritu de antílope brillaba entre las nubes mientras las nubes retumbaban listas.