Supremo Mago de la Espada, una figura alta e imponente con facciones agudas y una mirada acerada, estaba sumido en sus pensamientos. Su misión de encontrar candidatos adecuados para la próxima Reunión del Espíritu Bestia Inmortal había sido agotadora pero fructífera.
Hasta ahora, había seleccionado doce discípulos prometedores, pero su instinto le decía que había uno más, un decimotercer candidato que podría marcar la diferencia.
—¿Estás seguro de esto, Mago de la Espada? —la voz de la Mago Supremo del Bastón, Ruchi, rompió el silencio, su tono teñido de escepticismo.
Ella era una mago formidable por derecho propio, con túnicas fluidas de índigo profundo y un bastón que brillaba con una luz etérea y suave. Sus ojos, generalmente serenos, ahora mostraban un destello de frustración. —Hemos pasado un mes buscando, y todo lo que tenemos es un rumor de que la tía de Kent, Eila, podría estar en la Secta de la Deidad del Este. Esto parece una búsqueda inútil.