Un silencio sepulcral llenaba la tierra bendita mientras Kent permanecía más allá de los restos destrozados de la barrera de la pagoda.
En la quietud, miles de hechizos llenaban el cielo, brillando con intención mortal mientras los soldados aprovechaban su momento. Justo cuando Kent rompía la barrera, los soldados desataban su furia.
En un instante, un torrente de hechizos fue liberado, llenando el cielo sobre Kent. Bolas de fuego, lanzas heladas, bestias espirituales, y construcciones arcanas convergían en él, un abrumador bombardeo de magia diseñado para obliterar cualquier oposición. El suelo temblaba bajo el peso de su poder colectivo, el aire mismo zumbando con la intensidad de su ataque.
Pero mientras los hechizos caían como lluvia, un sonido suave y espeluznante comenzó a llenar el aire.
—Shhhh... Shhh... chak... chak...