PeterPan

Kent es un mago ordinario en la escuela de magos de la familia Sky, y su esposa Thea también trabaja como anciana en la misma escuela. Mientras Thea se muda a los barracones de los ancianos, ella expulsa a Kent de la casa y pone la casa en venta.

“Eres solo un pedazo de basura que no pudo ganar una moneda de plata”. Las últimas palabras de Thea todavía resuenan en el alma de Kent. (No es que Kent sea un tipo vago que huye de los estudios. La mayoría de los meridianos de Kent estaban bloqueados por una maldición).

De repente, el mismo día, Kent recibió un cuervo de parte de su tía materna. “¿Eres realmente mi tía?” Kent preguntó con una mirada dudosa. “Sí, Kent… He enviado 5000 monedas de oro y el elixir celestial para eliminar tu maldición de los meridianos. No dudes en pedirme más dinero. Tu madre dejó una gran fortuna para ti.”

Desde ese momento, la vida de Kent cambió al comprar una nueva mascota voladora igual a los discípulos principales, nuevas armas, villas, comidas lujosas, y demás. Pronto, sus poderes aumentaron y se convirtió en un Supremo Archimago.

SUPREMO ARCHIMAGO

Las dos hermanas, Kelly y Julia, se encontraban frente a la gran propiedad de la familia Bai. Sus rostros estaban pálidos, sus ropas empolvadas después de su viaje, y sus expresiones marcadas por el agotamiento.


Habían estado viajando sin parar, desesperadas por encontrar a Fatty Ben. Tras gastar una gran cantidad de piedras espirituales en una posada de 5 estrellas de la Asociación de Magos, descubrieron que Fatty Ben estaba en la Ciudad de Oro Fundido.


Ahora, después de preguntar en las posadas locales, llegaron a la propiedad de la familia Bai.


La gran puerta de la propiedad estaba abierta, y en el momento en que el Patriarca de la familia Bai se enteró de que las dos hermanas pertenecían a la prestigiosa Familia Ron de la Morada Celestial, salió corriendo a gran velocidad.


Detrás de él seguían varios de sus parientes y sirvientes, todos inclinándose respetuosamente para saludar a las distinguidas invitadas.


¡No Te Atrevas a Llamarme Anciano!