Promesa al Dios de la Guerra

Mundo Espiritual…

La gran coronación había concluido, y el otrora vibrante Mar de Leche estaba ahora en silencio. Las amplias plataformas celestiales que habían albergado a dioses, espíritus y semidioses estaban vacías, con solo ecos de la música divina flotando en el aire.

Una brisa ligera llevaba pétalos de flores, restos del gran evento, ahora flotando sin rumbo fijo, reflejando la inquietud en los corazones de muchos que habían asistido.

Dentro de su palacio recién asignado cerca del Mar de Leche, la Diosa de la Lujuria permanecía de pie junto a una ventana enorme, mirando hacia el horizonte. Su expresión era indescifrable, pero su aura era calmada, como si ya se hubiera preparado para este momento.

Detrás de ella, un pequeño grupo de asistentes susurraba entre ellos, sin saber qué decir o hacer.

—Solo un puñado vino a felicitarla —murmuró una asistente en voz baja—, y aun así, parecían reacios.