Conspiración de los Dioses

La Conspiración de los Dioses

En la vasta extensión del Palacio Astral, el hogar del Dios del Espacio, una oscuridad sutil llenaba el salón. La cúpula translúcida y estrellada arriba brillaba tenuemente, reflejando la tensión que se gestaba dentro. El Dios del Espacio, vestido con túnicas que resplandecían con las constelaciones, estaba sentado a la cabecera de una larga mesa celestial. Junto a él, su esposa, una belleza etérea con ojos que brillaban como galaxias gemelas, se inclinaba hacia adelante con una expresión ansiosa pero cautelosa.

—No puedo creer que me estés arrastrando a esto —gruñó el Dios del Fuego, su cabello llameante parpadeando irritado mientras se acomodaba en uno de los asientos—. ¿Me estás pidiendo que vaya contra el Dios de la Guerra? ¿Tienes idea de lo peligroso que es esto?

El Dios del Espacio sonrió, vertiendo un vino dorado y resplandeciente en una copa.