Los demonios se desatan

Sala de asuntos internos, sala de interrogatorio.

La luz del sol invernal se posaba en el suelo a través de la única ventana.

Finas partículas de polvo flotaban lentamente sobre el pilar de luz.

El pilar de luz envolvía una silla.

Fang Yuan estaba sentado en esa silla, bañándose en la luz del sol.

En la oscuridad frente a él había una larga mesa donde estaban sentados tres ancianos.

El interrogatorio ya había continuado durante una hora.

—Fang Yuan, ¿estás seguro de que no hay errores en tu narración? —preguntó un anciano.

—Sí. —Los ojos de Fang Yuan estaban bajos, mirando hacia sus dedos de los pies. La luz del sol brillaba en su rostro justo, haciéndolo parecer una escultura blanca.

Ya había esperado esta situación.

Después de todo, todos los miembros de su grupo habían muerto excepto él.