Los ojos de Tie Ruo Nan se movieron nerviosamente y lentamente levantó la cabeza para mirar a este viejo desconocido pero muy familiar.
—Nuestro clan Tie, desde que fue establecido, ha sido mundialmente reconocido por nuestra valentía, determinación inquebrantable y nuestra justicia fría como el hierro. Durante muchas generaciones, los miembros del clan Tie han defendido la justicia y han derribado a los criminales, en este curso, incontables personas han derramado sangre y sacrificado sus vidas. Los jóvenes que han muerto aquí no serán los primeros y tampoco serán los últimos. ¿Entiendes? —continuó el anciano.
Tie Ruo Nan entreabrió un poco la boca como si quisiera decir algo, pero no pudo pronunciar palabra alguna.
—Me satisface porque estas personas no han muerto en vano. Pero también me siento decepcionado porque tú vives en vano. Tie Ruo Nan, ¿sabes que el criminal sigue ahí fuera, escapando de sus crímenes y dañando a más personas? Ese pequeño rey de las bestias Fang Zheng…