El Plan Madlea

—¿Ha ocurrido algo en la Manada de DireWolf? —preguntó Daemon a Sombra, quien, como de costumbre, llevaba una capucha sobre su rostro, y cuya larga capa ondeante lo seguía. Entraron en la tienda de Daemon que estaba en el centro del campamento y que se elevaba fácilmente sobre las demás tiendas.

—Tu tío ya no es como solía ser.

Daemon, que había pensado sentarse, se detuvo. En todos los años que había conocido a Sombra, el hombre nunca había sido de hablar en palabras crípticas ni acertijos. Lo que solo significaba que algo había sucedido de verdad.

—¿Qué pasa? —preguntó Daemon, aún de pie.

—El Alfa tiene un mensaje para ti. Pero antes quiere saber si piensas mantener la promesa que le hiciste hace seis años cuando aceptaste tu exilio sin luchar.

Daemon alzó una ceja ante eso. —Tengo la intención de tomar el Norte Ártico como le prometí. Mi resolución no ha cambiado. Le dije a mi tío, ¿no es así? Que me aseguraré de que la muerte de su hermana no quede sin resolver.