ZINA
Entonces quizás Serafín tenía un punto. Aunque tenía menos que ver con el deseo y más con el hecho de que Daemon NorthSteed parecía todo un hombre.
El tipo cuya presencia no se podía sacudir fácilmente.
Añade eso con el lazo que con entusiasmo los atrajo a ambos, Zina habría sido goner si fuera cualquier otra mujer.
Pero ella no era cualquier otra mujer.
—¿Amor? —logró decir a través de la niebla en su cerebro mientras los dientes de Daemon rozaban su oreja de una manera que causaba que las estrellas explotaran en sus visiones como mil copos de nieve—. ¿No crees que hablar de amor es demasiado considerando que tú eres la razón por la que Zoric Sofyr me tomó cautiva? —preguntó ella.
Daemon retrocedió, su cuerpo todavía pegado al de ella. Zina no lo apartó porque, en lo que a ella respecta, tenía un punto que probarle.