—Ahora empecemos por lo que quieres.
Daemon tenía que admitir, casi admiraba lo poco que le importaba a la mujer ante él la visión del hombre que trabajaba para su Gremio de Espías de Thralgor.
Más que eso, estaba tentado de aplaudirla por el hecho de que no parecía la pesadilla por la que había pasado en los últimos días.
Sus hombros estaban cuadrados, su barbilla alzada con altivez... pero era diferente a la manera en que se presentó hace seis años cuando hablaron por última vez. En aquel entonces, parecía un pollo pretendiendo ser un fénix. Pero ahora, su estatura era mucho más refinada; evidencia de que no solo se había acostumbrado a su alto rol como Theta, sino que había estado a la altura de la fama adjunta a dicho título.