CAPÍTULO 89
En algún lugar entre las fronteras de la Costa de Hierro y la Tierra de Nadie.
LUNA
Las mareas del mar rugían como una tempestad, a pesar de que la luna apenas estaba visible. Pero la luna gibosa creciente sí colgaba en el cielo como una cosa sucia y amarga que enviaba partes iguales de pavor y aprensión a cualquiera que la contemplara en el caótico entorno.
Un lobo de color rojo, con una zancada intimidante, avanzaba por la tierra seca mientras las olas del mar ocasionalmente lo cubrían, manchando su pelaje de humedad. Los ojos del lobo eran de un turbulento rojo, y sus orejas se mantenían erguidas como si observaran el entorno.
Se detuvo, olfateando el aire como si hubiera sentido otra presencia.
El sonido de la arena húmeda crujía y se hundía en el suelo llenaba su oído, y giró sus ojos en dirección al sonido, un gruñido bajo resonaba a través de su cuerpo.