—He estado ansioso por algo de acción, ponme a trabajar ya, Su Majestad —dijo Marcus con una reverencia extravagante que no hacía nada para traicionar la oscuridad cosida a su rostro.
Marcus había llegado finalmente al Norte Ártico esa tarde con mil soldados de élite de la manada DireWolf. Daemon podía ver lentamente cómo sus planes tomaban forma, pero todavía había tanto por hacer, y de todo ello, encontrar los diez millones de gramos de oro le daba el mayor dolor de cabeza.
A pesar de la confianza de Fionna en romper a Lykom Lupus, no habían avanzado nada. Un total de doscientos cuarenta torturas habían sido infligidas al hombre por la implacable y despiadada Mano Roja antes de que finalmente cediera. Sin embargo, la única información que el hombre tenía solo los puso en una maldita búsqueda inútil que no era más que una molestia.